Crónica
La crónica
es una noticia ampliada y comentada sobre un tema de actualidad, que lleva
la firma de su autor.
El cronista
es un informador especialmente cualificado, al que se le solicita al mismo
tiempo una narración personalizada y un análisis de los hechos.
El
cronista sólo resaltará lo que considere de verdadero interés, para lo que hará
una selección personal entre todos los datos disponibles. Pero además aporta
sus propias impresiones y valoraciones de lo acontecido. Es decir, ofrece
una versión de los hechos rica y detallada, algo sólo percibido cuando se es
testigo directo de los hechos.
J. L. Martínez
Albertos considera
la crónica como un género híbrido, a mitad de camino entre el estilo
informativo y el editorializante. Es un producto literario predominantemente
latino, prácticamente desconocido en el periodismo anglosajón y que tiene sus
matizaciones específicas según el país.
Para G. Martín
Vivaldi la crónica periodística es, en esencia, una información
interpretativa y valorativa de hechos noticiosos, actuales o actualizados,
donde se narra algo, al mismo tiempo que se juzga lo narrado. También considera
que es un género ambivalente, en el sentido en que relata hechos que son
noticia e incluye el juicio del cronista.
Para J.L. Cebrián la
crónica es el reportaje escrito por un corresponsal o un enviado
especial. En ella se informa de los hechos, pero se completa con la
interpretación y valoración de los mismos.
J.L. Corzo Toral sostiene que es una
mezcla de noticia y reportaje aderezado con el
"enjuiciamiento subjetivo del periodista".
Características
Consideramos
que la crónica es la narración de una noticia en la que se incorporan
ciertos elementos de valoración e interpretativos, aunque éstos siempre
tienen un carácter secundario frente a los elementos estrictamente
informativos.
Tiene
siempre una cierta continuidad, es decir, aparece con una determinada
periodicidad, bien sea por el periodista que la firma o por la temática que
trata. Por ejemplo, es fácil encontrar en la mayoría de los periódicos la crónica
taurina del día, o la crónica de sociedad. El lector interesado en
esos temas busca todos los días esas crónicas.
Esta
continuidad genera cierta familiaridad entre el cronista y el lector. El
lector conoce perfectamente el estilo de su cronista taurino favorito o
reconoce las informaciones firmadas por el corresponsal.
Esta
familiaridad permite al cronista escribir en un tono directo, e incluso
llano y desenfadado, que no resultaría admisible para la redacción de una
noticia.
El estilo
de la crónica ha de ser esencialmente objetivo, pero reflejo de la
personalidad literaria del que escribe. En este caso, los hechos y las interpretaciones
se complementan. No es aconsejable emitir juicios de valor o
interpretaciones propias del estilo del editorial, ya que la finalidad de este
género es la narración del suceso y la exposición de datos.
Respecto
a su técnica de realización, los teóricos de nuestro país suelen
propugnar igualmente una libertad de elección en su estructura interna.
DIFERENCIAS ENTRE PERIODISMO Y LITERATURA
En el periodismo hay que apegarse a la
verdad, aunque nadie le crea. No se inventa nada. En literatura se puede
inventar todo, siempre que el autor sea capaz de presentarlo como si fuera
cierto.
El periodista escribe sobre hechos
concretos en forma exacta. No inventa.
Al respecto, Gabriel García Márquez
señala: “En periodismo un solo dato falso desvirtúa sin remedio a los datos
verídicos. En literatura, un solo dato real bien usado puede volver verídicas a
las criaturas más fantásticas”.
El mensaje literario actúa sin límites
de espacio y tiempo. El periodista es de actualidad muy temporal.
A diferencia de la creación literaria,
el periodismo se caracteriza por su inmediatez y naturaleza efímera. El
periodismo se hace de un día a otro.
Al escritor no le urgen necesidades
prácticas inmediatas, en el periodista son acuciantes.
El escritor se dirige a un receptor
universal sin rostro. El periodista, aunque el periódico tenga vasta audiencia,
escribe para receptores bastante concretos, cuyo núcleo suele ser fiel.